Tú, con tu presencia sosegada. Tu amor tranquilo. Tu cariño
resguardado. Tú, en aquel lugar secundario. Presente. De lejos. De cerca. Tu
risa socarrona, tus riñas sin apenas hablar, tu mirada. Esa manera de mostrar orgullo.
Los paseos llenos de complicidad, tu ira frente a mis
lágrimas. Tu lucha, tu ejemplo.
Ni un día, una semana, un mes ni un año. Es que una vida no
me basta para resumir tu abrazo. Para sentirte lo suficiente. Para aprenderte.
Para dejar de extrañar… te.
Si cierro los ojos siento el roce de mi mano sobre la tuya,
te veo. Si me desvelo una noche oscura sigue siendo tu rugir lo que me calma.
Llevar tu piel aunque no te gustara.
Ese quinto puesto de que jamás podré sentir más orgullo.
Ese hueco que nunca cierra.
Tú.
0 Dimes y diretes
Un lugar donde la palabra de cualquiera tenía importancia