Decir adiós

by - septiembre 27, 2018

 Corrían las ultimas horas de la tarde cuando alborotados los minutos se aceleraban en su marcha. Un nudo en la garganta, un adiós en los labios y millones de motivos para salir corriendo.


Respirar.

Huir hacia delante con la vista nublada, el aliento entrecortado y una respiración agitada. Ya estás a salvo. Nadie te ve.

Darte permiso para romperte en mil pedazos. Solo tendrás unos minutos para hacerlo. Para pensar en si esa razón tuya te lleva por el buen camino. Unos minutos para extrañar. Para reír. Para temer.

Porque, a partir de mañana ya nada será lo mismo, ya nadie será el mismo.

El todo.

La nada.

Silencio

Y lágrimas

Nunca un te echo de menos nació tan rápido. Nunca un adiós quiso llamarse más hasta pronto. Nunca antes todo esto tuvo un nombre tan claro.

Nunca.

O quizás siempre

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