Enmudece. Mis pensamientos atajados. Mi razón desactivada. Un manantial de sensaciones desbordadas. Y todo por tu simple gesto. De golpe. Sin aviso. Sin posibilidad de reacción.
Del no querer creer. Del dudar en cómo reaccionar, sobre qué mostrar. De ese escalofrío. De esa sonrisa espontánea, que lleva tu nombre.
Desarmada.
Y, sin palabras, me retiro a mi rincón preferido a pensarte en silencio. A solas. Como siempre aunque también como nunca.
Del no querer creer. Del dudar en cómo reaccionar, sobre qué mostrar. De ese escalofrío. De esa sonrisa espontánea, que lleva tu nombre.
Desarmada.
Y, sin palabras, me retiro a mi rincón preferido a pensarte en silencio. A solas. Como siempre aunque también como nunca.